“…es importante destacar que los productos que obtenemos del supermercado podrían no ser tan ricos en nutrientes como solían serlo.”
Vivimos en un mundo donde los dulces azucarados y los aditivos artificiales son prácticamente inevitables. El contenido de proteínas y fibra en nuestros alimentos ha disminuido, el contenido de azucar y carbohidratos ha aumentado, y los alimentos empacados y procesados están en todas partes. En esencia, el combustible (grasas y carbohidratos) por lo general tiene la prioridad sobre los componentes básicos del cuerpo: proteínas, vitaminas y minerales.
Parece que la solución obvia sería comer más productos frescos. Todos hemos escuchado, desde antes de poder caminar, qué tan importante es comer nuestras frutas y verduras; proporcionan nutrientes esenciales, ayudan a mejorar la salud y pueden reducir el riesgo de padecer enfermedades. Si bien las frutas y verduras son necesarias para un estilo de vida saludable, es importante notar que los productos que obtenemos del supermercado podría no ser tan ricos en nutrientes como alguna vez lo fueron.
CO2
En 1998, los científicos estaban estudiando el zooplancton y se sorprendieron al descubrir que podían hacer que las algas, la principal fuente de alimento del zooplancton, crecieran más rápido si las exponían a más luz. La sobreexposición a la luz hizo que las plantas crecieran más rápido, pero había una consecuencia no prevista: agotamiento de nutrientes. Las algas se convirtieron en el equivalente a las papas fritas para los humanos -comida chatarra- y el zooplancton comenzó a morir. El descubrimiento hizo que los científicos se preguntaran en qué medida la exposición al CO2 afectaba a las plantas y a la alimentación de los humanos.
Algunos estudios sugieren que la ingesta de proteína es un riesgo, especialmente para aquellos que comen dietas basadas en plantas, debido al CO2 atmosférico elevado. Además de menos proteínas, algunos granos y vegetales han mostrado concentraciones más bajas de zinc y hierro cuando crecen en concentraciones elevadas de CO2. En general, la investigación ha demostrado de manera constante que los minerales han disminuido en 8% en promedio en los productos que comemos.
Otros Contaminantes
Al igual que el smog contamina nuestros pulmones, contamina a las plantas de manera similar. La contaminación del aire puede afectar de manera directa a las plantas a través de sus hojas o de manera indirecta a través de la acidificación del suelo. Los contaminantes pueden disminuir la oportunidad de supervivencia, alterar la composición fisiológica y dañar el aspecto.
Una de las consecuencias negativas más serias es el agotamiento del azucar soluble – una fuente de energía importante para todos los organismos vivos. Los estudios han demostrado niveles de azucar soluble completamente agotados en todos los sitios contaminados que se analizaron.
Agricultura
Las técnicas de agricultura y cultivo también han afectado a las diferentes frutas y verduras. Por ejemplo, el maíz solía ser muy diferente de la guarnición de sabor dulce que acompaña a los días de campo de verano y las cenas de los domingos. El maíz comenzó como teosinte, una planta tupida con espigas cortas de grano, sólo de 5 a 12 granos y el sabor de una papa sin sabor. Obviamente, los predecesores del maíz no eran muy apetitosos, pero contenían diez veces más proteína que el maíz dulce que le siguió.
Durante cientos de años, el teosinte mutó para contener más granos y posteriormente se alteró para tener un sabor más dulce con granos más suaves. Estas mutaciones crearon un vegetal que, si bien es delicioso, ya no es tan nutritivo.
Muchas técnicas de agricultura han creado mutaciones similares en nuestras frutas y verduras favoritas. Los duraznos, plátanos, las berenjenas, zanahorias y más se han transformado en tipos de alimentos muy diferentes a los de sus predecesores, diferentes en sabor, apariencia y composición de nutrientes.
Un estudio revolucionario realizado en 2004 examinó los cambios en la composición de alimentos desde 1950 hasta 1999, y los resultados revelaron que -en las 43 variedades de cultivos que se analizaron- la proteína, el calcio, la riboflavina y el hierro eran sólo algunos de los minerales que se habían agotado significativamente. El estudio sugirió que los cambios en las variedades cultivadas de frutas y vegetales durante el periodo de 49 años eran las culpables del agotamiento de nutrientes.
Básicamente, la gente buscaba productos más dulces y ricos en almidón y eso fue lo que la industria agrícola produjo.
Así como los cambios en las técnicas de agricultura, niveles de CO2 y otros contaminantes…
¿Qué Podemos Hacer?
Aunque nuestros productos sufren de agotamiento de nutrientes, eso no quiere decir que no vale la pena comer las frutas y verduras que se encuentran en la tienda o en las plantas de nuestros jardines. De hecho, la mayoría de los doctores recomiendan que obtengamos la mayoría de nuestros nutrientes de una dieta saludable que contenga frutas y verduras.
Sin embargo, para compensar los nutrientes perdidos y cumplir con los requisitos de micronutrientes diarios, los complementos alimenticios son una gran solución. Revisa nuestro artículo sobre complementos para obtener más información. (Asegúrate de consultar a tu médico de cabecera antes de utilizar complementos).
Otra manera de combatir el agotamiento de nutrientes es añadir más vegetales y frutas a nuestra alimentación. Ponerse creativo con las frutas y verduras lo hace más fácil. Incluir un puñado de espinacas en un batido después del entrenamiento o agregar verduras adicionales a nuestros omelets de la mañana son sólo algunas de las formas de obtener todos los nutrientes necesarios que necesitamos.veggies to our morning omelets are just a few ways to get all the necessary nutrients we need.
¡Así que sigamos comiendo col rizada y fresas! Pero también estemos al tanto de los niveles de nutrientes en nuestros alimentos y de nuestros requisitos diarios de nutrientes.
- “El gran colapso de los nutrientes – Politico.” 13 de septiembre de 2017, https://www.politico.com/agenda/story/2017/09/13/food-nutrients-carbon-dioxide-000511. Consultado el 11 de marzo de 2020.
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